Las mejores candidatas para la cirugía de reducción mamaria son mujeres cuyas mamas están excesivamente desarrolladas, lo cual le provoca un descontento emocional o problemas físicos tales como dolores de hombros, espalda y cervicales.
La cirugía de reducción de mamas puede remediar un número de problemas asociados con mamas de tamaño excesivo, tales como dolor de cuello y espalda, tensión de hombros, mala postura, irritación e infección de piel, dificultad en la respiración, dificultad para participar de actividades deportivas u otras actividades de recreo.
Como en todas las cirugías, la intervención de reducción de mamas puede tener complicaciones tales como infección, formación de trombos, reacciones adversas a la anestesia, pérdida de sensibilidad, asimetría y mala cicatrización. En algunos casos, las mujeres pueden perder la capacidad de amamantar.
Las técnicas de este tipo de cirugía son variables pero en casi todos los casos, el procedimiento requiere realizarse bajo anestesia general. Según el volumen de las mamas la reparación quirúrgica será distinta.
Cuando las mamas son muy grandes y tienen una importante prolongación axilar, su reparación quirúrgica deberá realizarse por la técnica más clásica, dejando una cicatriz residual en “T” invertida. Sin embargo cuando el volumen mamario es grande, pero el descolgamiento –ptosis- no es excesivo y la piel es de buena calidad, las cicatrices se limitarán a una periaureolar y otra vertical.
El resultado de las cicatrices dependerá en gran medida de la cicatrización del paciente, punto a tener en cuenta a la hora de decidir la intervención.
En este tipo de cirugías, en la mayoría de los casos, existen riesgos de perder la capacidad de ejercer la lactancia.
Sí, normalmente y transcurridos unos meses, la recuperación es total y se recupera la sensibilidad.
No, no son definitivos. La mama seguirá su proceso biológico normal con el paso de los años.
Ello depende de varios factores: cicatrización de la persona, tendencia a desarrollar queloides, etc.